(Bill Otersen)
Creo que mi relación con las bicicletas es más importante y estrecha de lo que yo pensaba. Andar en bici me da no solamente movilidad, sino también una intensa sensación de libertad y de poder. Me gusta mucho hacerlo; no por competir ni nada de eso, sino por el simple placer de pasear; lo haría durante muchas horas si eso fuese físicamente posible. Quizá lo sea algún día.
2.- Por mi salud
Cuando era un jovencito hacía mucho ejercicio. Nadaba, andaba en la bicicleta (una vieja Windsor) y corría. Tenía buena salud y podía caminar durante todo el día sin cansarme. Después adquirí muchos malos hábitos: comencé a comer y a beber en exceso y dejé de ejercitarme de manera regular. Paulatinamente subí de peso, y perdí la capacidad para correr sin lastimarme las pantorrillas y las rodillas. Hace poco comencé a tener problemas para respirar, para subir las escaleras y hasta para caminar largas distancias. Eso era el colmo, y decidí que algo debía de hacerse al respecto, aunque no tenía ni tiempo ni dinero disponibles para una rutina de ejercicio. Me sorprende haber tardado tanto en llegar a una solución tan obvia y excelente.
3.- Por mi familia
Creo que los beneficios físicos y emocionales del ejercicio, y la paciencia fruto del uso de un medio de transporte más lento que el automóvil, convertirán mi carácter amargo y ausente en una presencia más agradable dentro del hogar. Una compañía más cálida y amable para mis hijos y mi esposa. Por añadidura, el ritmo y constancia del pedaleo serán útiles después de que me haya bajado de la bici y haya entrado a mi recámara.
4.- Porque puedo
Si viviera en la ciudad de México sería imposible, a pesar de mis esfuerzos, usar la bici como medio rutinario de transporte sin arriesgar mi integridad física. Además, las distancias que se manejan en esa metrópoli y sus volúmenes de tráfico hacen inoperable en lo general un vehículo de pacífico y corto alcance. Morelia, en cambio, tiene remedio todavía en ese sentido, y creo que un coche menos en sus calles todavía implica una, si bien pequeña, diferencia.
5.- Por mi ciudad y el medio ambiente
La ceguera de los gobiernos de los países desarrollados en lo que se refiere al calentamiento global me hace pensar en que puedo aprovechar mis nuevos hábitos para manifestarme activamente en favor del uso de medios de transporte ecológicos. A pesar de que el uso del automóvil se relaciona poderosamente a los conceptos de superioridad, riqueza, poder y placer, tiene lógica todavía propagar el ideal contrario, que define al coche como un artefacto contaminante y que le quita, a quien lo usa hasta para ir a la tienda de la esquina, la voluntad de ejercitarse, minando su fuerza y su salud. La idea de una ciudad en la que la mayoría de la población use transporte no contaminante depende de la educación del individuo, pero también en buena medida del ejemplo de otros. Si esperamos a que los políticos o los medios de comunicación -los verdaderos educadores de la población- trabajen activamente con ese fin, entonces esperaremos eternamente.
6.- Por estilo
No se trata nada más de andar en bicicleta, sino de andar en la bicicleta correcta. Pienso que últimamente han estado diseñando bicicletas muy feas, y que lo ideal es regresar a los conceptos originales, los emanados de la necesidad y la utilidad, y dado que la moda "retro" es lo de hoy, deduzco que mi Eastman deluxe ha de llamar la atención en la calle lo mismo que un auto clásico. De hecho lo hace, y ello me llena de satisfacción. No puedo llegar a un centro comercial sin que varios transeúntes se arremolinen alrededor de la bici para admirar su copioso y antediluviano equipo, junto con sus toscos detalles, sobre todo ahora que la pinté (para tapar las horrendas calcomanías con las que me la vendieron) del reglamentario color negro mate, recuerdo del apoyo al esfuerzo bélico que prestó ese fiel modelo en los dos conflictos mayores del siglo pasado, y en muchos otros. Lo mejor: Mi gusto por vestir los pantalones muy por encima de la cintura, con tirantes y corbata, provoca que la gente comente por el camino: ¡mira, ahí viene una bici de hace 50 años... con un señor de hace 50 años manejándola!
¡Fibra, muchachos!
1.- Por mí
Creo que mi relación con las bicicletas es más importante y estrecha de lo que yo pensaba. Andar en bici me da no solamente movilidad, sino también una intensa sensación de libertad y de poder. Me gusta mucho hacerlo; no por competir ni nada de eso, sino por el simple placer de pasear; lo haría durante muchas horas si eso fuese físicamente posible. Quizá lo sea algún día.
2.- Por mi salud
Cuando era un jovencito hacía mucho ejercicio. Nadaba, andaba en la bicicleta (una vieja Windsor) y corría. Tenía buena salud y podía caminar durante todo el día sin cansarme. Después adquirí muchos malos hábitos: comencé a comer y a beber en exceso y dejé de ejercitarme de manera regular. Paulatinamente subí de peso, y perdí la capacidad para correr sin lastimarme las pantorrillas y las rodillas. Hace poco comencé a tener problemas para respirar, para subir las escaleras y hasta para caminar largas distancias. Eso era el colmo, y decidí que algo debía de hacerse al respecto, aunque no tenía ni tiempo ni dinero disponibles para una rutina de ejercicio. Me sorprende haber tardado tanto en llegar a una solución tan obvia y excelente.
3.- Por mi familia
Creo que los beneficios físicos y emocionales del ejercicio, y la paciencia fruto del uso de un medio de transporte más lento que el automóvil, convertirán mi carácter amargo y ausente en una presencia más agradable dentro del hogar. Una compañía más cálida y amable para mis hijos y mi esposa. Por añadidura, el ritmo y constancia del pedaleo serán útiles después de que me haya bajado de la bici y haya entrado a mi recámara.
4.- Porque puedo
Si viviera en la ciudad de México sería imposible, a pesar de mis esfuerzos, usar la bici como medio rutinario de transporte sin arriesgar mi integridad física. Además, las distancias que se manejan en esa metrópoli y sus volúmenes de tráfico hacen inoperable en lo general un vehículo de pacífico y corto alcance. Morelia, en cambio, tiene remedio todavía en ese sentido, y creo que un coche menos en sus calles todavía implica una, si bien pequeña, diferencia.
5.- Por mi ciudad y el medio ambiente
La ceguera de los gobiernos de los países desarrollados en lo que se refiere al calentamiento global me hace pensar en que puedo aprovechar mis nuevos hábitos para manifestarme activamente en favor del uso de medios de transporte ecológicos. A pesar de que el uso del automóvil se relaciona poderosamente a los conceptos de superioridad, riqueza, poder y placer, tiene lógica todavía propagar el ideal contrario, que define al coche como un artefacto contaminante y que le quita, a quien lo usa hasta para ir a la tienda de la esquina, la voluntad de ejercitarse, minando su fuerza y su salud. La idea de una ciudad en la que la mayoría de la población use transporte no contaminante depende de la educación del individuo, pero también en buena medida del ejemplo de otros. Si esperamos a que los políticos o los medios de comunicación -los verdaderos educadores de la población- trabajen activamente con ese fin, entonces esperaremos eternamente.
6.- Por estilo
No se trata nada más de andar en bicicleta, sino de andar en la bicicleta correcta. Pienso que últimamente han estado diseñando bicicletas muy feas, y que lo ideal es regresar a los conceptos originales, los emanados de la necesidad y la utilidad, y dado que la moda "retro" es lo de hoy, deduzco que mi Eastman deluxe ha de llamar la atención en la calle lo mismo que un auto clásico. De hecho lo hace, y ello me llena de satisfacción. No puedo llegar a un centro comercial sin que varios transeúntes se arremolinen alrededor de la bici para admirar su copioso y antediluviano equipo, junto con sus toscos detalles, sobre todo ahora que la pinté (para tapar las horrendas calcomanías con las que me la vendieron) del reglamentario color negro mate, recuerdo del apoyo al esfuerzo bélico que prestó ese fiel modelo en los dos conflictos mayores del siglo pasado, y en muchos otros. Lo mejor: Mi gusto por vestir los pantalones muy por encima de la cintura, con tirantes y corbata, provoca que la gente comente por el camino: ¡mira, ahí viene una bici de hace 50 años... con un señor de hace 50 años manejándola!
¡Fibra, muchachos!
1 comentario:
Fibra Sam!!
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