Del lado izquierdo de la máquina de escribir está la cerveza; del lado derecho la botana de queso, y muy cerca mi hijo Emilio juega creando historias que, aunque son indescifrables para mí, a él lo entretienen enormemente. En ese sentido se me parece, pues aunque yo tenía hermanos era mi costumbre jugar solo, moviendo los brazos y hablando en voz alta conmigo mismo de fantasías tan vívidas que a los demás les resultaban aterradoras, como si se tratara de casos de posesión diabólica.El spaghetti está listo, y en el horno se cocina lentamente el pollo a la naranja. Mi mujer y dos de mis hijos están en el super, haciendo compras de último minuto motivadas por el anuncio repentino de que cuatro misioneros van a cenar con nosotros.Los párrafos anteriores implican muchas cosas que suceden y que escribo por primera vez, todas ellas muy importantes en el marco de mi historia personal. La primera de ellas es la frase "compras de último minuto". Como todos saben bien, la víspera de Navidad es cuando la mayoría de las personas se prepara para la cena, para dar regalos y todo eso. No es necesario que lo recuerde. Lo relevante del asunto es que, por primera vez desde 1994 , puedo hablar de "compras" durante la Navidad, pues hasta ahora todas nuestras celebraciones decembrinas habían estado ensombrecidas por la escasez. También es la primera vez que como familia celebramos la Navidad en nuestra casa, pues siempre habíamos sido invitados en casa de algún familiar, y aunque es algo muy agradable la mayoría de las veces, siempre queda la ilusión de ser uno mismo el anfitrión. Afortunadamente, los misioneros no tienen un lugar en el cual cenar y pasar la Navidad, y por ello tendrán su lugar en la historia de la familia al ser nuestros primeros invitados a una cena de navidad en el hogar de los Santoyo.No obstante, quizá lo más importante sea que por fin, después de contemplar distorsiones sin fin del significado de la navidad a nuestro alrededor, vamos a poder imprimirle a la celebración un sello personal, basado exclusivamente en el nacimiento de Jesucristo, dejando a un lado cualquier otra intención. Recuerdo una penosa Navidad en el restaurante en el que trabajaba hace algunos años, y en el que tenía que tocar aun en la nochebuena, en el que los miles de invitados "celebraron" la Navidad con una borrachera, con silbatos, gorros, serpentinas, globos y matracas, vistiendo ropas costosas y haciéndose mutuamente ostentosos regalos; bailando como si se tratara de un quince de septiembre o un año nuevo. Creo que desde entonces, cada Navidad, lucho en contra de ese recuerdo que me hizo sentir avergonzado.Ahora, la vida me ha regalado la oportunidad de pasar la Navidad en casa, sin que nada nos falte y sin que tenga que tocar el piano para gente que no me escucha en la nochebuena. Con regalos honestos debajo del arbolito. Es por eso que me confieso humildemente agradecido, y ruego al cielo que todos los lectores de El Gabinete de Doktor Faust gocen de una hermosa Navidad, al lado de personas amadas, con salud y llenos del espíritu de Cristo, cuyo corazón nos abraza a todos por igual, tanto creyentes como no creyentes.
Mural literario en evolución constante. Aparece un sábado sí y otro no; aunque gozará de cierta libertad en sus tiempos conservando la periodicidad. Dedicado a la publicación de narrativa breve original e inédita, susceptible de ser coleccionada. También, ocasionalmente, a la discusión abierta y constructiva sobre Arte, Ciencia, Religión y Política. Se invita a los lectores a no estar de acuerdo conmigo y a decir por qué.
domingo, diciembre 24, 2006
Feliz Navidad a Nuestros Lectores
Del lado izquierdo de la máquina de escribir está la cerveza; del lado derecho la botana de queso, y muy cerca mi hijo Emilio juega creando historias que, aunque son indescifrables para mí, a él lo entretienen enormemente. En ese sentido se me parece, pues aunque yo tenía hermanos era mi costumbre jugar solo, moviendo los brazos y hablando en voz alta conmigo mismo de fantasías tan vívidas que a los demás les resultaban aterradoras, como si se tratara de casos de posesión diabólica.El spaghetti está listo, y en el horno se cocina lentamente el pollo a la naranja. Mi mujer y dos de mis hijos están en el super, haciendo compras de último minuto motivadas por el anuncio repentino de que cuatro misioneros van a cenar con nosotros.Los párrafos anteriores implican muchas cosas que suceden y que escribo por primera vez, todas ellas muy importantes en el marco de mi historia personal. La primera de ellas es la frase "compras de último minuto". Como todos saben bien, la víspera de Navidad es cuando la mayoría de las personas se prepara para la cena, para dar regalos y todo eso. No es necesario que lo recuerde. Lo relevante del asunto es que, por primera vez desde 1994 , puedo hablar de "compras" durante la Navidad, pues hasta ahora todas nuestras celebraciones decembrinas habían estado ensombrecidas por la escasez. También es la primera vez que como familia celebramos la Navidad en nuestra casa, pues siempre habíamos sido invitados en casa de algún familiar, y aunque es algo muy agradable la mayoría de las veces, siempre queda la ilusión de ser uno mismo el anfitrión. Afortunadamente, los misioneros no tienen un lugar en el cual cenar y pasar la Navidad, y por ello tendrán su lugar en la historia de la familia al ser nuestros primeros invitados a una cena de navidad en el hogar de los Santoyo.No obstante, quizá lo más importante sea que por fin, después de contemplar distorsiones sin fin del significado de la navidad a nuestro alrededor, vamos a poder imprimirle a la celebración un sello personal, basado exclusivamente en el nacimiento de Jesucristo, dejando a un lado cualquier otra intención. Recuerdo una penosa Navidad en el restaurante en el que trabajaba hace algunos años, y en el que tenía que tocar aun en la nochebuena, en el que los miles de invitados "celebraron" la Navidad con una borrachera, con silbatos, gorros, serpentinas, globos y matracas, vistiendo ropas costosas y haciéndose mutuamente ostentosos regalos; bailando como si se tratara de un quince de septiembre o un año nuevo. Creo que desde entonces, cada Navidad, lucho en contra de ese recuerdo que me hizo sentir avergonzado.Ahora, la vida me ha regalado la oportunidad de pasar la Navidad en casa, sin que nada nos falte y sin que tenga que tocar el piano para gente que no me escucha en la nochebuena. Con regalos honestos debajo del arbolito. Es por eso que me confieso humildemente agradecido, y ruego al cielo que todos los lectores de El Gabinete de Doktor Faust gocen de una hermosa Navidad, al lado de personas amadas, con salud y llenos del espíritu de Cristo, cuyo corazón nos abraza a todos por igual, tanto creyentes como no creyentes.
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Irgendwo auf der Welt
fängt mein Weg zum Himmel an;
irgendwo, irgendwie, irgendwann.
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