lunes, diciembre 18, 2006

El Gabinete y la vida de todos los días


Ha llegado el domingo sin que haya podido encontrar, entre los quehaceres cotidianos, momentos para dedicarle al gratificante hábito de escribir. Me ocupé, sobre todo, de preparar a mis alumnos para sus examenes de fin de semestre, los cuales han enfrentado con desigual fortuna hasta el momento. Mañana toca a mis alumnos de piano -mi disciplina insignia- presentarse en público a las cinco, y espero que su recital termine a tiempo para recorrer antes de las seis y media la cuadra que me separa del Teatro Ocampo, en donde a las ocho me presentaré con los Niños Cantores de Morelia. Con esa misma agrupación habré de actuar también el miércoles, en Cuitzeo; y con eso daré por terminado mi año a falta de algún contrato fuera de temporada. No todo mi tiempo se ocupó en el conservatorio, por supuesto, y debo admitir que disfruté una vez más, después de mucho tiempo, del dulce placer de dejarme atrapar por un libro; un libro que pude leer durante horas sin sentir otra cosa que curiosidad y la íntima satisfacción que produce aprender cosas nuevas. Se trató de la deliciosa y apasionante biografía de Pancho Villa escrita por Taibo II, uno de mis escritores favoritos. Siempre espero mucho de sus libros, y siempre me da más de lo que espero. Mucho más. Por ello estoy muy agradecido.
Hasta aquí mi pequeña disculpa por no tener lista una entrega del gabinete para esta semana.
El miércoles, pues, se terminan mis encargos del Conservatorio correspondientes al 2006. Será entonces el momento de sentarme a escribir en mi diario personal una de esas meditaciones, siempre llenas de esperanza y con saldo en contra, con las que me gusta llenar página tras páginas de unos cuadernos que probablemente nadie lea nunca más. También quiero poner al día mis proyectos, relegados a causa de la preponderancia del arte musical en mis preocupaciones. Está pendiente la publicación, en el Gabinete, de una serie de relatos dedicados a la vida y las aventuras de mi abuelo el general, así como la muy anunciada entrega de mis memorias de viaje; un libro que ha crecido un poco más de lo esperado, pero que deberá estar listo a principios del siguiente año.
Debo irme por ahora. No se pueden cambiar en lo que queda del año los lamentables caminos por los que transita nuestra patria, y solamente nos queda disfrutar en lo posible del tiempo libre que nos da la temporada. Disfrutarlo en el trabajo, con la familia, y los pequeños placeres que proporcionan el amor y y la paz.

No hay comentarios.:

Irgendwo auf der Welt
fängt mein Weg zum Himmel an;
irgendwo, irgendwie, irgendwann.